domingo, 7 de octubre de 2012

La publicidad y sus grumitos

En primer lugar quiero pedir disculpas por no escribir ningún artículo los últimos días. Realmente fueron días llenos de complicaciones y, sinceramente, tampoco hubiese podido aportar nada en especial relacionado con lo nuestro. De hecho supongo que, como tantos, me limitaré a una entrada semanal. Por tanto, os recomiendo suscribiros al newsletter. Será más cómodo para todos.





Hoy voy a hablaros del Colacao. Dejando de lado las clásicas disputas entre pro-colacao's y pro-nesquick's, me ha venido a la mente el tema que voy a presentaros tomándome precisamente un Colacao. De antemano comunico que no suelo tomar ni Colacao ni Nesquick y que no voy a revelar mi posicionamiento entre estas marcas.

Mientras me tomaba el Colacao me he preguntado el por qué de los famosos "grumitos". No me gustan (ups, creo que acabo de posicionarme, ¿no?). Y entonces me ha venido a la mente un tema relativo al márketing: el cómo los publicistas de Colacao han conseguido convertir en algo positivo ("A mí me gusta por los grumitos", "Y a mí por la espumita") lo que no deja de ser, no nos engañemos (y sin intención de ofender a nadie), un defecto en el proceso de producción. El cacao SOLUBLE debería disolverse en un medio líquido. Y punto. Por tanto los grumitos no tienen razón de ser aunque, por supuesto, respeto que sobre gustos no hay nada escrito.

El párrafo anterior nos hace reflexionar sobre lo poderosa que es la maquinaria publicitaria, capaz de dar la vuelta a la tortilla y convertir los defectos en virtudes, pintándole la cara al producto.

Así que ya sabéis, amiguetes de pequeñas y medianas empresas, ¡mentid! ¡mentid como bellacos!

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